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Giraldo: entre la incertidumbre y el orden

Desde mediados de 2013, con la intensificación de la actividad minera en Buriticá, el municipio de Giraldo, ubicado a unos 10 kilómetros de esta localidad, sufrió los efectos colaterales del fenómeno: llegada de población foránea y expectativa minera en el territorio.

 

Si bien en un primer momento Giraldo es utilizado como lugar de residencia de los mineros que trabajaban en Buriticá, la especulación de presencia de oro en las montañas del municipio dio lugar a avances en exploración por parte de algunos mineros, pese a que desde 2009 y por medio de un acuerdo municipal que aprueba una reforma al esquema de ordenamiento territorial se prohíbe todo tipo de actividad minera en el Municipio.

 

Según José Joaquín Rueda, ex concejal del municipio, los títulos mineros otorgados en Giraldo fueron entregados desde la gobernación de Aníbal Gaviria, actual alcalde de la ciudad de Medellín, y han seguido siendo entregados por los posteriores gobiernos departamentales desconociendo la prohibición a la actividad minera que hizo el Concejo Municipal.

 

Con esta titulación se plantean varias situaciones: por un lado la concesión en zonas de reserva ambiental, y por otro la apropiación mayoritaria de la actividad minera en manos de la empresa Continental Gold.“Hay un título de 90 hectáreas que esta sobre el Alto de Boquerón, que es el cordón que viene de Buriticá y que ahí nace el acueducto de todas las veredas que están al margen de la vía a Urabá, y en la parte entre Santa Fe de Antioquia y la parte alta de nosotros hay otro título minero grandísimo como para 7.000 hectáreas, algo así, que inclusive limita con un distrito de manejo integral de CorpoUrabá, donde nacen todos los afluentes que surten el acueducto del Municipio, inclusive Santa Fe de Antioquia. Si nosotros permitimos que eso lo exploten, Giraldo en unos 15 años va tener el problema más grande de agua”, dice José Joaquín Rueda.

 

Actualmente Giraldo, se encuentra en una primera fase de exploración, y dada la problemática en su municipio vecino, las autoridades municipales y departamentales adelantan estrategias de intervención en el territorio, para prevenir que suceda lo mismo, como explica el alcalde Jaime León Pérez Guerra: “Ya para finales del año pasado en vista de esa problemática minera nosotros empezamos hacer campañas, un trabajo de socialización con la comunidad minera, empezamos a tener reuniones, hacer especies de llamados de advertencia respecto a una problemática social que se vino presentando. Hemos tenido acercamientos con diferentes mineros en diferentes momentos, yo creo que se podría concluir un panorama minero que yo lo pongo en dos fases: Giraldo hasta hace un año no tenía expectativas de minería ni vocación minera, en estos momentos ya la hay, como el oro genera más recursos empezó a generarse una expectativa, como el sueño americano”.

 

Aunque la actividad minera es incipiente si se la compara con el caso de Buriticá prende alarmas en un municipio históricamente pacífico y con vocación económica agropecuaria. 

El desarrollo del municipio no se escribe con oro

Giraldo ha basado su economía en la agricultura, principalmente en cultivos de café y cebolla, se estima que el 80% de la población es campesina y habitan en la ruralidad. Desde hace apenas un año la actividad minera empieza a constituirse como una nueva vocación económica.

 

“Después de recibir más de siete mil foráneos y al generarse la expectativa de oro en Giraldo, algunos de ellos empezaron a hacer negociaciones y a firmar contratos de arrendamientos con campesinos de acá, para empezar a explorar el terreno con el ánimo de encontrar oro”, dice Jaime León Pérez Guerra, alcalde municipal.

 

La llegada de personas foráneas que se dedican a la actividad minera demanda una serie de servicios que exceden la capacidad de acción gubernamental. Por ejemplo, una cobertura en salud o educación para los nuevos residentes.  Además plantea una serie de retos a los habitantes del territorio como la convivencia y para las autoridades municipales y departamentales, el manejo del orden público y el cambio de vocación económica tradicional.

 

En este sentido, John Fredy Campo, rector de la Institución Educativa Rural Santa Rosa de Lima, dice:

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Aunque los efectos negativos que ha traído el fenómeno minero en la localidad vecina se conocen por los habitantes de Giraldo, muchos han defendido el derecho a ejercer en su territorio esta actividad, siempre con la consigna de que “no se repita lo de Buriticá”, mientras tanto, ¿Cómo detener la especulación y llegada de foráneos a la zona? O ¿Cómo garantizarles a los campesinos agricultores una estabilidad económica para que no opten por la minería? Y no menos importante ¿Qué medidas debe adoptar la autoridad ambiental sobre la concesión de títulos mineros en zonas de reserva?

 

Giraldo, será el municipio donde tendrán que resolverse esta serie de cuestiones, de lo contrario el fenómeno Buriticá podrá repetirse con posibles efectos dominó en otros municipios de la región, que hoy ven en la extracción de oro una alternativa rápida de conseguir dinero y por ende, de dinamizar su economía.

 

El exconcejal Joaquín Rueda dice: “Los únicos que están interesados en la minería son los que tienen unos predios donde están haciendo las bocaminas, esa es la gente que está a favor de la minería y de pronto el alcalde cree que con la minería llegaran otros beneficios pero a costa de qué, del daño del medio ambiente, de todo eso”.

 

Pese a lo dicho por el exconcejal, la fiebre del oro está impulsada, en gran medida, por su utilidad. Esto contrasta con la rentabilidad de otras actividades tradicionales de la región. Por ejemplo, se estima que un productor pequeño de café se tarda en promedio dos meses para reunir una carga, carga que deberá ser vendida con utilidades que van a ser menores al valor de la misma.

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